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Arte a la defensiva, ataque en arte

Magazine

15 marzo 2010

Arte a la defensiva, ataque en arte

La relación entre el arte y la sociedad, el papel que toca que alguien juege en la necesidad de analizar la globalización y el fracaso tanto en arte como en otros espacios culturales son algunos de los elementos que aparecen en la serie de conversaciones entre Virilio y Lotringer en «The accident of art».


Paul Virilio sembró con “Art and fear” la facilidad para poner en duda el arte del siglo XX. Virilio, uno de los grandes pensadores sobre el mundo medial, mostró su desconfianza frente la asunción de que el arte contemporáneo fuera algo en la vanguardia. Su punto de partida se resume, brevemente, en que las vanguardias artísticas (como el dadaísmo o el surrealismo) no son más que victimismos después de las grandes guerras, que no aportan nada que no sea el papel de la víctima en la crisis y que, por lo tanto, deberíamos sacarnos de la cabeza la idea de que los movimientos artísticos del s.XX suponen una revolución. Según Virilio, en los impresionistas ya había abstracción, así que lo de Kandinsky no fue para tanto. Y el surrealismo no es más que el resultado lógico de algunas personas que quedaron fuertemente tocadas mentalmente por lo vivido en las barricadas.

En “The accident of art” (conversaciones entre Paul Virilio y Sylvère Lotringer) seguimos por el mismo camino. En algunos momentos destella cierto odio hacia el arte (si fuera una obra de ficción el personaje de Lotringer podría llegar a estrangular a alguien, ya que su rabia parece fuera de control), aunque Virilio sabe aunar sus afirmaciones con el conocimiento en primera persona de algunos de los protagonistas de la historia del arte contemporáneo. Sus lecturas tienen interés por lo personal y desmitificador y nos presentan el arte contemporáneo como el resultado de la crisis, entendiendo que esta posición frente a la crisis se puede eternizar sin dar solución alguna y casi olvidando el motivo de la crisis en sí.

Sorprendentemente, el “ataque viriliano” deja fuera el arte producido desde los 90, al que desata de la lógica del s.XX. Estamos hablando del arte producido hoy, este que desde algunos sectores supuestamente culturales y progresistas, es una tomadura de pelo. Para Virilio no lo es.

De todos modos, el momento de máximo odio se lo lleva el cine sonoro que –según Virilio y Lotringer- es algo así como el final de la cultura y la posiibilidad poética. El cine se convierte entonces en un mensaje unidireccional y con una única lectura y, además, deja de ser internacional al aparecer la barrera de los distintos lenguajes. El cine marcaría la vía hacia el dirigismo mediante el espectáculo, el cine sería la base desde donde desarticular no únicamente el pensamiento crítico sino también la capacidad individual de dar significado a las imágenes. En definitiva, que el cine está perdido como campo cultural y no podemos esperar una revolución (más allá de algo rompedor dentro del propio cine) que afecte a la sociedad. Cine, cultura y dirigismo: un buen cocktail frente al que dar una respuesta.

Y por ahí van los tiros de Paul Virilio, quien demuestra fe en el arte como plataforma para la revolución crítica. Al mismo tiempo, está a punto de rendisre frente el academicismo y el manierismo que observa a su alrededor.

Virilio quiere llegar al núcleo, quiere que los artistas entren en matrix para reprogramarlo. Pide una visión frente a la globalización y otorga la posibilidad de desarrollar esta taera al arte. Los referentes (para una visión general y cómo construirla) los encuentra en el renacimiento italiano y en la necesidad para definir no únicamente las formas sino también las máquinas y los procedimientos para llegar a tales formas. Código, en otras palabras; pensar más allá de las posibilidades ya existentes para -de una vez por todas- ser algo activo y no una víctima del sistema. Está por ver si el «sistema arte» asume tal responsabilidad o se queda con sus formas, contenedores y seguridades varias. Por lo menos, alguien espera en que llegue el momento de la elección y que el camino sea otro.

Director de Index Foundation en Estocolmo, comisario de exposiciones y crítico de arte. Sí, después de Judith Butler se puede ser varias cosas al mismo tiempo. Piensa que las preguntas son importantes y que, a veces, preguntar significa señalar.

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