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El fin de la televisión

Magazine

24 diciembre 2010

El fin de la televisión

Durante seis meses el Macba quiere retarnos con «¿Estáis listos para la televisión?»: una exposición que hace uso de la interrogación para crear tensión e incertidumbre en el espectador. Artistas, intelectuales y otros creadores han participado en programas, actuaciones y eventos que se han emitido en televisión desde los 60. La exposición plantea un recorrido a través de una amplia selección.


82 horas de vídeos divididas en diez capítulos construidos por una serie de programas “ejemplos-situación”. La comisaria, Chus Martínez en su última exposición en el museo, ha contado con la colaboración de los artistas Johan Grimonprez y Dora García. Dora construyó el guión e hizo la clasificación de los enunciados: Una tribuna por ocupar, Dead Air: ese indeseable silencio, La televisión como un lugar específico, La televisión cono reina o el reina de la televisión, What’s my line (¿quién soy?), El impacto de lo nuevo, El matrimonio grecolatino: visión de largo alcance, El bromista insaciable, On TV: el espíritu de la mimesisy Place/Presentation/ Public: televisión y política. Estas secciones pretenden crear un recorrido que confluya en un dialogo entre arte, televisión y pensamiento. Pero la multiplicidad de proyecciones sugieren, más bien, una sensación de caos que no la construcción de un hilo conductor. El contenido individual de cada una de las secciones pierde fuerza frente la imposibilidad de ver todo el material (82 horas en diez secciones nos da una media de 8 horas por sección), tampoco se acaba de entender qué sentido tiene que un video se encuentre en una sección y no en otra, ni por qué unos vídeos están en grandes pantallas y otros en monitores con una guía de consulta. Mientras, la pregunta inicial, ¿estáis listos para la televisión?, sigue sin resolverse.

Además la distribución del espacio expositivo contribuye a encriptar su contenido. En las pantallas se refleja claramente la silueta de aquellos que están visualizándola. Chus Martínez comentó este aspecto en una conferencia que tuvo lugar el pasado 3 de diciembre en el Arts Santa Mónica, que también presenta una exposición dedicada a la televisión, como un contrapunto a la del Macba. Dijo que el efecto de los reflejos estaba buscado, que pretendía emular los monitores de TV antiguos en los que te veías reflejado. Pero la gran idea de forzar la atención para discernir el reflejo de la propia proyección, va acompañada de graves problemas de audio. Resulta más fácil escuchar el vídeo que se muestra a tu lado que no el que estás intentando descifrar, algo que parece ser no se tuvo en cuenta en el momento de plantear el montaje. Es evidente que este tipo de minucias terminan por descolocar al espectador. Así, es desalentador ver que pequeñas delicatesen como son, por ejemplo, Chris Burden en The TV Commercials o la entrevista a Foucault, pueden llegar a pasar desapercibidas. Esto sucede a pesar de estar clasificados con buen criterio en El bromista incansable y Una tribuna por ocupar, respectivamente.

El cúmulo de material expuesto y la puesta en escena consiguen diluir la interesante presencia del material exquisito que forma la exposición. Aunque no hay que preocuparse de si te ves reflejado o no, de si oyes o no. Lo que realmente apetece es llevarse la hoja de sala, volver a casa, hacer una selección personal del material más enriquecedor y verlo tranquilamente a través de la red (casi todos los vídeos están en youtube, dailymotion, vimeo o ubuweb). De modo que ese perfecto caos en el que nos vemos inmersos en la exposición, ese sin sentido, tal vez lo que nos sugiere no es una nueva forma de ver la televisión, sino su fin.

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