close

En A*DESK llevamos desde 2002 ofreciendo contenidos en crítica y arte contemporáneo. A*DESK se ha consolidado gracias a todos los que habéis creído en el proyecto; todos los que nos habéis seguido, leído, discutido, participado y colaborado. En A*DESK colaboran y han colaborado muchas personas, con su esfuerzo y conocimiento, creyendo en el proyecto para hacerlo crecer internacionalmente. También desde A*DESK hemos generado trabajo para casi un centenar de profesionales de la cultura, desde pequeñas colaboraciones en críticas o clases hasta colaboraciones más prolongadas e intensas.

En A*DESK creemos en la necesidad de un acceso libre y universal a la cultura y al conocimiento. Y queremos seguir siendo independientes y abrirnos a más ideas y opiniones. Si crees también en A*DESK seguimos necesitándote para poder seguir adelante. Ahora puedes participar del proyecto y apoyarlo.

Siempre hay un vaso de política para el artista contemporáneo

Magazine

26 octubre 2010

Siempre hay un vaso de política para el artista contemporáneo

Trabajar desde el arte y la política obliga a repensar cuáles son los códigos que rigen ambos campos. Los códigos y las leyes. La voluntad de acción política, de preguntarse sobre los límites, se desata en uno de los trabajos que más discusión ha generado en la actual bienal de Sao Paulo.


Las bienales de Sao Paulo siempre han sido un claro referente de lo que se discute o puede apreciarse en materia netamente artística en el Cono Sur. La mirada atenta de todos los que habitamos en países sudamericanos sobre qué pasará y cómo se planteará la curaduría y demás cuestiones en Brasil funciona como una especie de faro de referencia que de alguna u otra manera nos cuestiona nuestro camino.

En el pasado 2008 el prestigioso curador Ivo Mesquita quién ha trabajado en innumerables bienales de su país y del extranjero y que además goza del respeto de todos los que componemos el ambiente del arte fue designado curador en jefe. El planteo curatorial de ese momento consistía en repensar para qué sirven las bienales o qué es lo que estamos haciendo todo el tiempo visitando tantas ferias de arte que son como un patrón establecido por el mercado y que asumimos como propias. Mesquita propuso una bienal para la reflexión, una bienal sin obras, hecho que le provocó innumerables críticas y que a otros nos hizo pensar realmente el para qué y el porqué de lo que estamos realizando.

Dos años después nos preguntábamos cómo se plantearía la nueva Bienal en Brasil posteriormente de tan rutilante extremidad conceptual e ideológica pensada por Mesquita y su equipo de co-curadores. Unas semanas atrás se inauguraba la 29 Bienal de Sao Paulo bajo la sutil y literaria frase: “»Hay siempre un vaso de mar para un hombre navegar» inspirada en un verso del poeta Jorge de Lima (1895 – 1953) de su obra Invenção de Orfeu (1952) acompañada de la premisa de que el arte sin la relación con la política no podría ni existir.

Hace ya unos años que las bienales de Sao Paulo no aceptan envíos oficiales de artistas en esa especie de cuerpo compacto que muestre qué se hace en el país y cómo. Es así que los curadores en Brasil han seleccionado los siguientes artistas y colectivos de Argentina para la participación en el evento: Oscar Bony, Marcelo Brodsky, Roberto jacoby (con la Brigada por Dilma), Ana Gallardo, Alberto Greco, David Lamelas, Marta Minujín, Eduardo Navarro y Tucumán Arde.

A poco de la inauguración, la obra de Roberto Jacoby titulada “El alma nunca piensa sin imagen” en donde un colectivo de prestigiosos artistas, historiadores y teóricos realiza una acción artística en apoyo a la candidata Dilma Rousseff del PT por la presidencia de Brasil, recibe una censura explícita con el argumento de que la obra incurre en delito electoral ya que en Brasil existe una ley que impide realizar propaganda política en espacios públicos previo a las elecciones.

La interesante presentación de Jacoby no hace más que vulnerar de manera explícita el espacio del arte con una acción diseñada como política directa. El curador en Jefe de la Bienal Agnaldo Farías ha expresado en numerosas entrevistas que la política viene de la vida y que convive con el mundo del arte todo el tiempo.

En una entrevisa on line al curador se puede leer: “Están presentes estas discusiones en torno al Arte y Política a través de los ejes de trabajo: la memoria, el lenguaje, la utopía de lo visible y la ciudad contemporánea. Estos ejes de discusión crean un límite, un paraguas que abriga un universo de obras, teniendo el cuidado de que las obras no sean tratadas como ilustración de esta discusión, como meras repercusiones”. Y un poco más adelante en la misma entrevista: “Me llevo una cantidad extraordinaria de información para compartir con mis colegas, pero les adelanto que la representación argentina va a ser muy destacada”
( http://proa.org/eng/news/2010/03/)

Esta entrevista a Farias de marzo pasado en la Fundación Proa de Buenos Aires resulta muy visionaria con respecto al envío argentino sobre todo en la obra de Jacoby. El sociólogo artista, que ha realizado y pensado innumerables obras tanto individuales como grupales (Tucumán Arde, Revista Ramona, Proyecto Venus, entre otras) suele ser de una precisión espeluznante en cuanto a acciones sociales y políticas en relación al arte.

Lo interesante en esta oportunidad no es tal vez el porqué y cómo de la obra si no la efectividad con la cual ha operado dentro del campo del arte brasilero y la institución bienal.

Cabe destacar que suena un poco extraño que los curadores no hayan tenido en cuenta que si van a realizar un evento de arte y política no habría acciones que pondrían en tela de juicio su propio accionar como coordinadores o el espacio político local.

La respuesta que el equipo curatorial de la bienal realiza hacia la sociedad toda y el grupo que compone la obra sería larga de analizar (http://www.curatoriaforense.net/niued/?p=685) pero es una muy buena pieza literaria y artística y tiene varios puntos de intención muy atractivos. Por ejemplo uno es cuando los curadores plantean el autoritarismo del artista y de la brigada a favor de Dilma que nos retrotrae a muchas operatorias políticas y artísticas latinoamericanas.

¿Qué es más autoritario trabajar dentro de una institución instituyente o vulnerarla? ¿Cómo analizan los presidentes democráticos latinoamericanos el autoritarismo político? ¿Lo realizan, lo viven, lo gestionan? ¿Qué es ser autoritario en el mundo del arte? ¿Es verdad o es ficción? ¿De qué se trata el autoritarismo artístico o curatorial?

La brigada por Dilma creo que no accionó más que sobre la vieja y eficiente operatoria política dentro del mundo del arte: ir hasta una bienal que trata sobre arte político realizando una acción artístico política dentro del campo de efervescencia eleccionaria nacional. Una vez realizado esto apuntar que la institución arte es débil e ideológicamente fluctuante y que la discusión artística en relación al arte si no es efectiva nos aburre completamente. La pregunta que algunos nos hacemos es: si es una obra de arte ¿porqué concurrió en una falta de la leyes electorales brasileñas?

El arte se maneja en un campo paralelo metafórico, claro que cuestiona, claro que dice, claro que reclama: pero es arte.

Muchos no apostábamos a esta bienal una discusión interesante después del planteo de la anterior realizado por Mesquita pero deberemos admitir que nos equivocamos. El arte puede decir dentro de la esfera política, la política podría escuchar al mundo del arte.

Si un grupo de artistas, filósofos, sociólogos e historiadores se toma el trabajo de diseñar un foro de discusión político dentro del ámbito del arte logrando la atención del estrato político ha cumplido su objetivo: alertar que lo político está en seria crisis y que desde el arte el alma nunca piensa sin imágenes.

La Brigada está diseñando otra respuesta para los curadores de la bienal en soporte digital. Una de las premisas de la bienal en los espacios denominados terreiros es: “dicho, no dicho, interdicto”.

¿Qué será lo que todavía no se ha dicho?

Media Partners:

close
close
"A desk is a dangerous place from which to watch the world" (John Le Carré)