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Making no compromise with the public taste

Magazine

14 junio 2007

Making no compromise with the public taste

Tomando como refrencia la Société Anonyme, Thomas Boutoux, Natasa Petresin y François Piron plantearon un proyecto en el que más que una exposición se trataba de poner en marcha un acontecimiento,: dar visibilidad al trabajo del artista, a su proceso y reflexionar sobre la propia definición de las prácticas artísticas actuales.


Son muchas las ocasiones, demasiadas incluso, en las que se revisa el estatus del artista sin obtener conclusiones que contribuyan a clarificar los parámetros en los que se desarrolla la actividad que desempeña. Los nuevos modos de hacer, de enfrentarse a las condiciones de producción, de exhibición de las obras, o simplemente de esos mínimos necesarios para el normal desarrollo de las propuestas, siguen sin definirse con claridad. Un modo de proceder, o más concretamente una ausencia, que ha provocado que la figura del artista sea uno de esos modelos extravagantes a estudiar –demasiado a menudo desde territorios extra-artísticos-, y donde se constata lo sofisticado de los nuevos sistemas de intercambio económico y social, cada vez más elásticos.

Flexible, motivado, autónomo y entusiasta –sólo en ocasiones depresivo-, el artista y su actividad es un curioso sujeto de reflexión para cualquier campo de investigación, aún más desde la sugerente incorporación de estéticas relacionales varias y el propiciamiento de situaciones amables y colaborativas al panorama reciente, cuando no de los modelos en teoría opuestos -aquellos en los que las situaciones amable se sustituyen por las hostiles-, y que hacen uso de la diagnosis y la citación directa de los males conocidos, sin aportar afirmación alguna, eso sí, actualizado de modo conveniente en actividades con una pátina de radicalidad y que se inscriben siempre en esa suerte de ver-actuar en los límites de lo “más real que lo real”, en el reconocimiento fulminante de lo políticamente incorrecto y la “actualidad”, y que contribuyen a la neutralización de cualquier discurso crítico en el presente.

Sin embargo, todavía quedan propuestas que abordan, de un modo distinto –y quizá por ello efectivo, por lo que tiene de inesperado- cuestiones como las de la definición de la práctica artística, la clarificación del estatus del artista y su objeto de estudio, o las condiciones de producción, desde la concepción de un campo, el del arte, que tiene la particularidad de ser, precisamente, una actividad “de oposición” desde su inicio. No es muy frecuente, pero a veces sucede. Es el caso de la muestra desarrollada en el espacio del Le Plateau en París, donde durante casi tres meses se ha podido asistir a la «Société Anonyme», un proyecto comisariado por Thomas Boutoux, Natasa Petresin y François Piron, y en la que han tomado parte estructuras, colectivos y artistas, procedentes de lugares tan dispares como Amberes, Berlín, Nueva York, Praga, Zagreb, Barcelona, México D.F., Copenhague, Moscú y San Petesburgo. Entre ellos 16Beaver , b_books, Erick Beltrán, Chto delat? / What is to be done?, Curating the Library / Moritz Küng, Nico Dockx & friends, Tere Recarens, tranzit.cz / Vítek Havránek , tv-tv, y WHW / o What, How & for Whom. Obras, autores, charlas, debates, talleres, y ensayos de fórmulas “de oposición” que han confrontado discursos diversos -a menudo enfrentados- a modo de “acontecimiento” provocado, dilatado en el tiempo y contenido en la ciudad de París (especialmente interesante ha sido el modo en el que los comisarios han habilitado espacios de residencia para los invitados a esta plataforma durante los tres meses de la exposición). Visibilizando un “tiempo de actividad” difícilmente percibido en el espacio tradicional de la muestra –pre-proyectos, propuestas, investigaciones, discusiones-, cada estructura y colectivo invitado a este espacio ha expuesto, comisariado, programado conferencias, impartido talleres, o llevado a cabo acciones, de forma simultanea, en lo que ha sido una sucesión constante de actividad –no sólo de información-, que era además atravesada por la serie de mesas redondas semanales en las que se han abordado “problemas” como los de: “Las propuestas contemporáneas. Statements e intenciones”, “Polivalencia y multiactividad: precariedad o modelo económico”, “Debate sobre las vanguardias”, “Retrato del artista como investigador-buscador”, “¿Qué manifiestos para hoy en día?”, implicando a muchos otros agentes del contexto en la discusión generada.

Un acontecimiento, o mejor dicho, una serie interminable de ellos –de afirmaciones- que confirman, precisamente, que el arte “no es nada más” -ni menos- que una cuestión de matices, de límites difusos que se traspasan y restauran una y otra vez desde la autonomía que se le supone al pensamiento del sujeto, y uso que hace de ello. Y que será el modo de trabajar con dichos límites, con su ruptura y restauración continua, lo que a menudo va a provocar que una obra-proyecto funcione de una manera determinada, y no de la contraria; la triste y frecuente que transmuta -casi como operación de alquimia- la ironía en chiste malo, la denuncia en propaganda, o la poesía en estribillo más o menos pegadizo, y de éxito en la última bienal. Un proyecto, decía, que opera precisamente en esos espacios intermedios, en lo sutil e infraleve, y que contempla entre sus statementes, y a través de 16 Beaver o Tere Recarens, afirmaciones como las de ser “un grupo como los otros” o “una reconciliación impertinente”; ya por ello una propuesta a “celebrar”.

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