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Futuro, sueño extraviado

Magazine

12 diciembre 2011

Futuro, sueño extraviado

Una exposición que propone un viaje a posibles futuros pasados. En un momento de necesidad de ideas, de proyectos, de planes y de deseos, la exposición «Estilo Indirecto» -comisariada por Martí Peran- ofrece ejemplos de lo que no salió pero que sigue teniendo validez como posibilidad, como opción y como punto de partida para dialogar sobre la unidireccionalidad de nuestro presente.


En tiempos convulsos, la razón se retrae y resulta difícil pensar. Muchos menos, imaginar como será el futuro. Nos encontramos vagando de un lugar a otro, de un empleo a otro. Debemos manifestar el comportamiento ágil y abierto al cambio que el capitalismo flexible nos exige, como consecuencia de la idea recurrente de “nada a largo plazo”, leitmotiv del sistema económico en el que vivimos. Emperador de nuestra existencia, la economía nos dicta la única manera valida de vivir, felizmente abandonados a una sociedad que pretende que nos olvidemos del mañana. Antes pan y circo, ahora consumismo por vía intravenosa, este es su canto de sirena para mantenernos distraídos. Siempre obcecados con lo inmediato, con el presente perpetuo y estancado, faltos de espacio para un proyecto a largo plazo.

Lo irónico es que, ahora más que nunca, en medio de este presente desolador al que nos enfrentamos, somos conscientes del fracaso del sistema, de la derrota de las grandes utopías de masas que un día nos vendieron. A partir de esta desalentadora afirmación nace el proyecto «Estilo Indirecto», presentado en la Fundación Foto Colectania de Barcelona. La exposición, comisariada por Martí Peran, se articula alrededor de una imperante necesidad de rehabilitar la capacidad imaginativa como espada con la cual combatir la dictatorial amenaza del presente. A pesar del pesimismo con que describe la coyuntura actual, la exposición es una experiencia gratificante, llena de estímulos para imaginaciones entumecidas. Es una invitación para rehabilitar la capacidad critica, una especie de terapia visual que crea un espacio donde ejercitar el pensamiento.

Mediante una técnica narrativa, el denominado estilo indirecto, la muestra revela ocho futuros una vez imaginados pero ahora extraviados en el tiempo. Según Peran, no se trata de recordar o de volver a refugiarse en el pasado sin aplicar un criterio especifico. El estilo indirecto ofrece una especie de simetría equilibrada entre la memoria y la predicción, y a través de cada ensayo, se revela como una herramienta cargada de eficacia generadora, que permite reencontrar la fuerza utópica de sueños antiguos con un potencial aún por explotar. Cada una de las obras crea un paisaje nuevo por explorar, donde la clásica pregunta de ¿qué habría ocurrido si…? adquiere dimensiones extraordinarias. Podemos preguntarnos sobre lo diferente que habría sido el desarrollo de los negocios a escala global si la Feria Internacional de Zagreb hubiese sido un éxito, como intenta presentarnos David Maljkovic. A través de los proyectos de Jordi Colomer y Adrià Julià, podemos preguntarnos, si la vida de la ciudad utópica de Falansteri y aquellas ideadas por los seguidores de Fourier fuesen una realidad, ¿qué supondría esto para la vida contemporánea? Puede que resulten algo alejados de la realidad cotidiana, pero cada uno de estos ensayos revelan como una parte significante de la historia podría haber sido alterada. Quizás el que más de cerca nos toque hoy en día, sea el proyecto de Javier Peñafiel, el cual imagina un presente y un futuro alternativo para la Alemania contemporánea, capaz de cambiar sus planes económicos a nivel europeo.

Sean los que sean los pensamientos que suscita la exposición, su ingenio poético saca a la luz la fecundidad del pasado y la capacidad del presente para desarrollarlo. Su discurso ofrece un paréntesis al pesimismo que predicen un futuro vacio e incierto. Al mismo tiempo, la muestra libera al espectador de cualquier imposición, como la obligación a interactuar o someterse a una experiencia inmersiva. Existe una emancipación necesaria para procurar que este tenga espacio para divagar por estos terrenos llenos del murmullo de relatos extraviados. Las imágenes no son hostiles ni invasivas, y en su calmada naturaleza visual permiten avanzar, retroceder, analizar, detenerse y re-visitar, cada una de sus partes. Esta sensación se ve intensificada por el espacio neutro y amplio de la sala, donde la arquitectura desaparece, dejando en primer y único plano las imágenes y el texto que las acompaña. Los escritos nos guían a través del desarrollo de un mismo concepto en trabajos muy diferentes, pero que utilizan la fotografía y el montaje como medio de expresión. Las obras están cargadas de nuevos significantes, des-contextualizados de su fracasado bagaje anterior, repensados, re-articulados y re-ubicados en una nueva narrativa que responde a las urgencias actuales. Los fragmentos y recortes se solapan, alterando el espacio y el tiempo lineal de la historia. El resultado son ocho escenarios donde el transcurso de los hechos podría haber dado un giro drástico, cambiando el presente. Cada ensayo supone un estimulo para el intelecto, el cual percibe la posible existencia de un oasis en medio el caos para poder dejar atrás la nostalgia del pasado y mirar hacia delante.

En un mundo carente de ideas, y por supuesto, falto de espíritu crítico por parte de muchos, se hace aún más evidente la necesidad de una cultura que tome el relevo. Existe una urgencia inevitable de poder imaginar proyectos a largo plazo, porque sin ellos el significado de la realidad parece difuminarse hasta ser irreconocible. Tal vez este sea el papel de la cultura crítica en la actualidad. Rehabilitar la capacidad individual y colectiva de abrir brechas en el presente para vislumbrar el futuro. Despertarnos, para poder ver, “la materia revolucionaria sobrante y obsoleta del pasado” -como acertadamente la describe Peran- para rescatar los miles de futuros imaginados cargados de fuerza transformadora que fueron sentenciados al olvido. Fragmentos de materia capaces de desarrollarse en el contexto contemporáneo más allá del presente más inmediato.

Verónica Escobar Monsalve es una alma inquieta de naturaleza digital y corazón analógico. Centra sus indagaciones en el arte y la cultura que mezcla influencias del mundo digital y el pensamiento pre-digital. Un arte y una cultura capaz reflejar la complejidad del mundo actual. Cree en la extrema importancia del espíritu crítico y en que este puede ser aplicado a cualquier faceta de la vida, por muy difícil que resulte.

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