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El experimento y sus riesgos

Magazine

14 noviembre 2011

El experimento y sus riesgos

Una exposición que se acerca a diálogos pausados entre cineastas. Una sala de exposiciones que quiere ser el lugar, y el tiempo, para ver «otro» cine. Una ampliación, en cantidad, de una propuesta, y una idea ya presentada anteriormente. El CCCB sigue generando exposiciones en los límites de contextos creativos, experimentando formatos aunque dentro de unas pautas definidas por su propia historia y estilo expositivo.


«Todas las cartas. Correspondencias fílmicas» marca un paso más hacia la consolidación de un género cinematográfico que en el año 2005 se manifestó por primera vez entre directores de cine españoles, la “correspondencia filmada”. Como es habitual, los proyectos que surgen de ideas anteriores suponen una oportunidad para innovar y probar nuevas formulas. El arriesgado objetivo de la muestra es reunir seis conjuntos diferentes de cartas-filmadas entre cineastas. Es un ambicioso experimento que intenta llevar al limite la apropiación de una sala de exposiciones por parte del lenguaje fílmico. Se trata de un riesgo necesario para poder indagar sobre las posibilidades de este formato de comunicación. Es el riesgo del experimento.

Los precedentes de esta peculiar forma de establecer una relación entre creadores tienen su origen en los años noventa, cuando los cineastas Robert Kramer y Stephen Dowskin por primera vez trasladan la relación epistolar al campo del cine. Unos años más tarde, la cineasta Naomi Kawase -quien también participa en la exposición- comienza un intercambio de video-cartas con el director Hirokazu Koreeda. Ambas experiencias aportaron los rasgos fundamentales a este formato cinematográfico experimental. Una década más tarde, se consolida en España a través del intercambio de misivas filmadas entre Víctor Erice y Abbas Kiarostami, e Isaki Lacuesta y Naomi Kawase, también presentadas en la muestra.

Dentro de la corta historia de este formato, la exposición representa su puesta de largo. Al reunir las cartas intercambiadas entre cineastas procedentes de lugares tan dispares como Ciudad de México, Girona o Teherán, la muestra intenta definir un nuevo camino que a tomado el cine contemporáneo para profundizar en el uso de la escritura como herramienta para enriquecer su lenguaje. Se trata de una herramienta de creación personal donde la proyección del uno en el otro abre nuevos horizontes. Es un experimento profundo llevado acabo a través de varios años de intercambio postal. El resultado es el reflejo de la relación que se establece entre personas diferentes que comparten ciertas similitudes en su creación cinematográfica. El objetivo es mostrarlo no solo como una idea aislada surgida entre dos directores, sino como un género en sí mismo que ha sido adoptado por cineastas consagrados y jóvenes promesas de medio mundo.

Cada pareja creativa ha afrontado el proyecto de una manera diferente, pero todos han mostrado la aceptación de este nuevo lenguaje, el formato de la correspondencia filmada no ha sido alterada ni renovada. Simplemente vemos ampliado el abanico de cineastas que intervienen, de dos a doce. Nos sirve para abarcar más diferencias y yuxtaposiciones de estilo dentro del mismo espacio. Pero al mismo tiempo, hace más explicitas todas las similitudes y resonancias posibles entre este grupo. Al poder comparar una relación entre dos creadores con otra, es más fácil comprender el alcance y las posibilidades que presenta esta manera de concebir el gesto fílmico. En sí, aparte de la importancia de las obras, este es el punto innovador de la muestra. Pero al mismo tiempo, es la causa de que su potencial se vea perjudicado. Las infinitas dimensiones y matices que descubre al campo cinematográfico este lenguaje, realmente pueden llegar a verse eclipsadas por el formato que toma la exposición.

Desde el principio, es posible comenzar a intuir lo diferente que será la experiencia comparada con otras exposiciones. Paredes llenas de texto explicativo y ni un rastro de imagen. Las piezas se encuentra recluidas, de manera lógica, dentro de salas de cine en miniatura. Una vez asimilada toda la información que se extiende por las paredes del pasillo, llega el momento de sumergirse en la oscuridad para adentrarnos en la visión del mundo de dos cineastas. Lo más chocante de este momento, y claro está que varia según el espectador, es que nos damos cuenta que la primera proyección -la primera de las seis- tiene una duración de 1h y 39 minutos. Tarde o temprano, se hace evidente que este esquema se repite por el pasillo largo y serpenteante: una pasillo con texto sobre la historia de cada relación, una sala de cine y una maquina de café, como fiel aliado contra el cansancio.

Si investigamos un poco, nos damos cuenta de que el recorrido ya había sido adoptado por la exposición «Erice-Kiarostami. Correspondències». La diferencia es que en «Todas las cartas», por el número de obras proyectadas y el número de participantes, la exposición casi se transforma en un documental épico sobre el hecho cinematográfico. Y es que el término “épico” es lo que mejor describe a la muestra con casi ocho horas de proyecciones distribuidas en seis salas. Realmente, supone un desafío a los convencionalismos expositivos, ya que su estructura recuerda más a un festival de cine que a una exposición, que toma como tema central y punto de partida único la correspondencia filmada como lenguaje a utilizar.

Es cierto que puede llegar a ser una experiencia muy interesante, pero los visitantes deben poner de su parte, prestando atención a cada proyección para poder lograr captar cada intensa relación que relatan estas imágenes. Aún así, una sola visita no es suficiente para abarcar este proyecto, algo que el CCCB ya había previsto. En el fondo, lo más necesario para ver el potencial de esta exposición es tener voluntad y paciencia. Como ya habíamos dicho, es el riesgo del experimento.

Verónica Escobar Monsalve es una alma inquieta de naturaleza digital y corazón analógico. Centra sus indagaciones en el arte y la cultura que mezcla influencias del mundo digital y el pensamiento pre-digital. Un arte y una cultura capaz reflejar la complejidad del mundo actual. Cree en la extrema importancia del espíritu crítico y en que este puede ser aplicado a cualquier faceta de la vida, por muy difícil que resulte.

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